Dentro de poco, nadie se acordará de lo que era un disquete, y ya poca gente recuerda para qué servían dispositivos de almacenamiento como los CD o los DVD. Quizá pronto nos preguntemos incluso para qué había memorias USB de solo 128 GB si en la nube podemos almacenar cantidades de datos prácticamente ilimitadas. Los dispositivos de almacenamiento, como todos los ámbitos de nuestra vida diaria, se adaptan a nuestras necesidades. Cuanto más grande sea el mercado de las tecnologías digitales, más datos generamos y más espacio de almacenamiento requerimos.
A medida que los dispositivos digitales se vuelven cada vez más ligeros de peso, los gigantes tecnológicos como Apple, Alphabet (Google), Microsoft o Amazon van montando centros de datos más grandes y con mayor capacidad de memoria. Las masas de datos que se procesan allí se conocen como Big Data. Los datos son demasiado numerosos y grandes para manejarse con las capacidades informáticas convencionales. Los tamaños como los brontobytes actualmente no tienen cabida en nuestro día a día, pero para Apple, Tesla o Google, pronto serán parte de su rutina.
No obstante, eso no quita que todo empezara con la unidad de información más pequeña: el bit. El bit solo conoce dos estados de información: el 0 o el 1. En el mundo del Big Data, los bits también son la base del procesamiento y la transferencia de datos digitales. Como cada vez se transfieren más datos, los bits no bastan para describir las cantidades de datos. El byte, la cantidad de datos utilizada más pequeña que corresponde a 8 bits, también es demasiado pequeña para representar capacidades de almacenamiento. Por eso, hay que elevar los bytes a potencias, de las que hay varias.