Por lo tanto, la propagación de DNS puede ser una molestia en determinadas circunstancias, pero desgraciadamente no puede evitarse por completo. Afortunadamente, hay algunas formas de reducir la duración o evitar problemas.
Si todavía no has cambiado tu servidor de nombres, puedes asegurarte de antemano de que la propagación de DNS sea lo más corta posible. Para ello, ajusta el valor TTL en la entrada A del lado de tu servidor actual al mínimo. Esto puede variar en función del proveedor. A continuación, espera 30 minutos y cambia el servidor de nombres de tu dominio. De esta forma, tu dominio se dirigirá al nuevo servidor siempre que se haya completado la propagación de DNS. Si la conversión aún no se ha producido, se seguirá remitiendo a tu antiguo servidor, pero al menos se mostrará el estado más reciente de tu página web.
Si ya has cambiado a un nuevo servidor de nombres, Google ofrece una herramienta de DNS con la que puedes mostrar el nuevo estado de tu página web. Puedes encontrar los pasos exactos para usarla en la página de la plataforma. A continuación, vacía primero la caché de tu navegador y luego la de tu DNS. Después, tu página web debería poder verse de forma actualizada.