Tal vez el ejemplo más conocido de uso de tokens no fungibles (y que a muchos les cuesta entender) sea la venta de una obra de arte del artista Beeple. Beeple publicó una foto en la plataforma Tumblr todos los días desde 2007 y acabó montando un mosaico de imágenes a partir de 5000 fotos individuales. Después, Beeple subastó el NFT en Christie’s por unos 57,8 millones de euros, a pesar de que la imagen podría ser reproducida teóricamente por cualquiera.
Sin embargo, este artista no es el único que ha conseguido sumas tan elevadas: el NFT del código fuente de la World Wide Web se vendió por unos 5,4 millones de dólares estadounidenses a través de Sotheby’s. El primer tuit en Twitter, de 2006, llegó a costar 2,9 millones de dólares, y el jugador de baloncesto LeBron James, con un vídeo de un lanzamiento, consiguió un precio de compra de unos 200 000 dólares.
La esperanza de todos los compradores es que los respectivos tokens no fungibles aumenten su valor con el tiempo, de forma similar a las verdaderas obras de arte y los objetos de colección.