Mientras las unidades de una criptomoneda tengan un determinado valor equivalente que permita cambiarlas por divisas de banca central como el euro, en principio se cumplirá el requisito para su uso como método de pago. Sin embargo, para poder pagar de verdad con dinero digital, el vendedor también debe aceptar la criptomoneda como método de pago. Para llevar a cabo el pago en sí mismo hace falta un par de claves, que se compone de una clave pública y de una privada.
La clave pública es visible para todo el mundo y tiene, básicamente, la misma función que un número de cuenta bancaria: sirve de dirección emisora desde la que el usuario emite un pago en la criptomoneda correspondiente. Por su parte, la clave privada sirve para verificar una transacción, por lo que se puede comparar con una contraseña o un código de autorización de la transacción. Esta solo es visible para el propietario de la cuenta de la criptomoneda y la utiliza para firmar su transacción. Por último, el monedero, que es como se denomina la cartera virtual de una criptomoneda, funciona, por lo general, de forma automática. En el momento de realizar el pago, el usuario solo tiene que introducir la suma, así como la dirección de destino, es decir, la clave pública del beneficiario.