En general, el efecto “lock-in” es la dependencia que tiene un cliente de un producto o tecnología. La dependencia se debe a que cambiar de ese producto o tecnología supone un coste elevado y, por lo tanto, es poco atractivo. Si la tecnología la ofrece un único proveedor (“vendor” en inglés), el cliente tiene una dependencia total de este, lo que resulta en un vendor lock-in.
El libre mercado ofrece una amplia gama de tecnologías y servicios entre los que el cliente puede elegir. Se ofrecen a diferentes precios y bajo diferentes condiciones. Cada relación comercial entre cliente y proveedor tiene sus propias ventajas e inconvenientes. La decisión del cliente de trabajar con varios o algunos proveedores genera tensiones económicas.
Desde el punto de vista administrativo, es preferible trabajar con pocos proveedores, lo que conduce a un entorno homogéneo que se asocia con una menor complejidad. Llevando este caso al extremo, puede que todos los productos y servicios se compren de un mismo proveedor. Esto supondría para el cliente una dependencia total del proveedor. En este caso, el cliente se encuentra entre la espada y la pared, con una posición negociadora débil frente al proveedor.
El ejemplo clásico de la dependencia de un proveedor en el sector del software es el caso del proveedor Microsoft. En varios sectores de la economía, los componentes principales proceden de la misma empresa: sistema operativo (Windows), software de aplicación (Office), base de datos (Access), etc. Esto significa que todos los componentes principales de software, desde los programas hasta las licencias, pasando por la fijación de precios y la asistencia técnica, están bajo el control de un único proveedor. El vendor lock-in se ha hecho efectivo.