A menudo, los motivos para adquirir una dirección nueva para una página web pueden ser realmente triviales, como el que, por ejemplo, la que se usaba ya no guste a sus administradores, o que ya no se ajuste a su contenido o su oferta, quizá porque se llevó a cabo una reorientación temática. Los motivos del cambio pueden ser un nuevo nombre de empresa o de marca que ha de verse reflejado en la dirección URL, o la compra de un dominio especialmente prometedor, en cuanto al número de visitas que se esperan conseguir. Además, la introducción de los nuevos TLD permite registrar una dirección web con terminaciones de referencia geográfica, temática o sectorial. En este caso, disfrutar de una de estas nuevas terminaciones específicas requeriría, asimismo, un cambio de dominio.
Cuando se planifica o se ha elaborado contenido que ya no se ajusta del todo al tema principal de la web, tiene sentido cambiar de dominio, sin embargo, no en todos los casos. A veces, y en función de la diferencia entre el contenido nuevo y el antiguo, puede ser suficiente con adaptar partes de la página. Es conveniente, por eso, comprobar antes si un cambio de dominio es la mejor solución.
Si los nuevos contenidos no entran en conflicto con la identidad de la página ni con el nombre del dominio, entonces puede resultar práctico reestructurarla mediante subdominios o subdirectorios. Sin embargo, tan pronto como se persiga un concepto temático completamente diferente y el nombre de dominio no se ajuste de ninguna de las maneras, es recomendable recurrir a un cambio de dirección.