Las direcciones en la World Wide Web tienen una estructura fija. La resolución de nombres a través de DNS garantiza que los usuarios de Internet lleguen a la página web a la que quieren ir sin tener que introducir direcciones largas de IP. Para ello, un URL se estructura jerárquicamente: en primer lugar, en el lado izquierdo, se encuentra el subdominio (después de "https://"), que en la mayoría de los casos es www, pero en ocasiones también puede ser blog o alojar versiones de idiomas específicos. A continuación, se encuentra el nombre de dominio de libre elección. La dirección se completa con la extensión del dominio, un dominio de nivel superior.
Se distingue entre los dominios de nivel superior de un país concreto, como .es o .mx, llamados ccTLD, y los que se denominan genéricos, los gTLD. Los TLD son determinados internacionalmente, en su mayor parte, por ICANN o IANA. Aunque en la actualidad existe un número relativamente elevado de extensiones de dominio (y se crean nuevos TLD constantemente), algunos TLD son más populares que otros. Esto ha dado lugar a un comercio de dominios, donde a veces se manejan grandes sumas de dinero. Es por esto que, a la hora de elegir el dominio adecuado, el presupuesto también juega un papel importante.