El análisis de datos es, sin duda, el corazón del data-driven marketing. Solo así adquiere sentido el enorme cúmulo de información recolectada y es allí donde se pueden reconocer patrones, por ejemplo, en los clics de los usuarios en una web. Esto es posible gracias a diferentes modelos de datos y algoritmos, que dotan a los datos de una estructura y permiten reconocer conexiones.
Los análisis prospectivos permiten a los profesionales del marketing colegir el comportamiento futuro de un usuario a partir de sus hábitos actuales. Esto supone una clara ventaja frente a la competencia, pues un uso correcto de los datos permite entender mejor a los clientes potenciales. Y, conociendo sus necesidades, sus deseos y sus expectativas, es posible adaptar mejor los productos y los servicios que se ofrecen. Es así como la recolección estructurada, la evaluación y la interpretación de los datos son, al final, factores decisivos para lograr un diálogo fluido con el cliente y el éxito para la compañía.
Todo esto solo es posible mediante una planificación sólida y la sintonía entre los llamados data scientists o analistas de datos, que extraen la información relevante con ayuda de diversas herramientas analíticas, y el equipo de marketing. Estos deberían responder en común preguntas relevantes como:
- ¿Cuál es el punto de partida?, ¿con qué datos se cuenta?
- ¿Qué conexiones nos interesan y qué análisis hemos de llevar a cabo para ello?
- ¿Qué valor tienen los resultados para la empresa?
- ¿Qué trabajo supone?
- ¿Es suficiente esta proporción económicamente hablando?
La tarea común consiste, entonces, en controlar la marea de datos y en visualizar gráficamente de forma sencilla todos los hechos relevantes sin perder información por el camino. Gracias a los análisis automatizados y a la segmentación inteligente se logra trabajar eficientemente.