El efecto “vecino ruidoso” no es en absoluto nuevo, sino que es tan antiguo como la posibilidad de compartir recursos, que existía antes incluso del nacimiento de la nube. Ya en el tradicional shared hosting o alojamiento compartido, este era uno de los problemas a los que tenían que enfrentarse los proveedores de alojamiento. Si uno de los clientes requería, sabiéndolo o no, más recursos de los que le correspondían, alguno de los demás “inquilinos” de la misma máquina se veía perjudicado con alguna limitación, en especial en lo concerniente a la memoria de almacenamiento, siempre escasa.
Hoy en día, los modernos hipervisores distribuyen los recursos fundamentales de hardware de forma tan eficiente entre las máquinas virtuales que administran que solo en casos excepcionales se producen reducciones del rendimiento ocasionadas por un vecino ruidoso.
Por su parte, el alojamiento en la nube, cuya principal ventaja radica en una escalabilidad muy flexible, tiene a su propio “vecino ruidoso”: a pesar de que la tecnología de almacenamiento ha mejorado mucho en cuanto a capacidad y velocidad de acceso en los últimos años, las necesidades de espacio en el contexto de la nube han crecido de forma exponencial. Si varios usuarios están conectados a una nube y uno o más máquinas virtuales sobrecargan la memoria física del servidor con valores muy altos de entrada y salida (I/O), para algunos usuarios puede significar una pérdida de capacidad de almacenamiento. El almacenamiento con SSD puede contrarrestar este efecto, aunque no forma parte aún del repertorio estándar de todos los proveedores de alojamiento en la nube.
El efecto “noisy neighbor” de la computación en la nube también resulta de la interacción de los hipervisores y los procesadores. Los hipervisores no tienen acceso al almacenamiento local ni tampoco a la memoria caché de los procesadores y estos, por su lado, tampoco disponen de información sobre lo que pasa más allá de la capa de red. Son los algoritmos de caching definidos en el procesador los que deciden qué datos se almacenan en la caché. Los modernos procesadores multicore, además, asignan a algunas máquinas virtuales la memoria caché L3 (Level 3), que acelera el intercambio de datos. Esto tiene como consecuencia que, para el resto de máquinas que dependen asimismo de este procesador, la ejecución de operaciones requiera más tiempo.