Si eres el tipo de usuario habitual de un ordenador estándar, este tema no debería preocuparte, ya que los sistemas operativos en general regulan la temperatura de la CPU automáticamente. Si alcanza los valores críticos definidos por el fabricante, se ralentiza la CPU, de manera que se reduce la frecuencia de ciclos y, por lo tanto, se produce menos calor hasta que la temperatura vuelva al rango normal.
Sin embargo, la temperatura de la CPU puede ser más alta de lo necesario si los ventiladores están sucios. Por lo tanto, hay que limpiar los ventiladores con regularidad.
La situación es diferente si se ha hecho un overclocking a la CPU para mejorar su capacidad de procesamiento y acelerar así los procesos, como lo hacen muchos gamers para poder jugar online en las mejores condiciones. En estos casos, se puede reducir la temperatura a corto plazo abriendo la carcasa del ordenador o utilizando medios externos, como por ejemplo un ventilador. De esta manera se aumenta el efecto del ventilador integrado, que puede deshacerse del calor generado y hacer llegar el aire frío a los componentes sobrecalentados de forma más rápida. Estos métodos, aunque son muy útiles en ciertos momentos, no son una solución duradera. Respecto a los videojuegos, suele ser útil bajar la configuración gráfica para reducir la temperatura de la CPU.
Si, en tu día a día, usas programas de alto rendimiento que elevan la temperatura de la CPU, te convendría más usar programas concretos para regular la velocidad del ventilador integrado y poder adaptarla manualmente.
Otra opción aún más eficiente sería montar un llamado sistema de refrigeración activo (por ejemplo, con agua). Antes de escoger cualquiera de las opciones, pregúntate cuál de ellas se adapta mejor a las necesidades de rendimiento de tu CPU en concreto o, quizá, si no valdría más la pena reemplazar el procesador por uno más potente.
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