La mayoría de las aplicaciones y actividades empresariales de una organización generan datos que hay que almacenar. Es el caso, por ejemplo, de los siguientes:
- Correos electrónicos y archivos compartidos
- Aplicaciones para la productividad
- Páginas web
- Transacciones en línea
- Datos en herramientas de CRM
- Planificación de recursos empresariales (ERP)
- Bases de datos
- Macrodatos e inteligencia artificial
- Escritorios virtuales
- Servicios de comunicación y colaboración
Especialmente en el caso de las grandes empresas, se acumulan enormes cantidades de datos que requieren muchos servidores y mucho espacio de almacenamiento. Una simple sala de servidores ya no es suficiente para gestionar el flujo de datos. Además, el mantenimiento puede resultar complicado. Los elevados costes energéticos y, en algunos casos, incluso la vigilancia permanente para evitar fallos en los servidores y prevenir ciberataques lleva a algunas empresas al límite.
Es precisamente en este punto en el que entran en juego los centros de procesamiento de datos: los datos se almacenan en un lugar seguro supervisado las 24 horas. Además, los data centers cuentan con control de temperatura, de forma que evitan que los servidores se sobrecalienten. Al mismo tiempo, el suministro eléctrico de emergencia garantiza que los datos se almacenen a prueba de fallos y se reduce el riesgo de caída del servidor. Según el tipo de centro de procesamiento de datos, las empresas suelen pagar solo por el espacio utilizado y el consumo eléctrico. A cambio, ahorran tiempo en administración e infraestructura y pueden centrarse más en su actividad principal.