La primera placa Arduino se fabricó en 2005 en Italia, aunque la tirada fue muy reducida, pues tenía como objetivo que los estudiantes de diseño pudieran comprender el manejo y las posibilidades que presentaba la programación con microcontroladores. Pero al mismo tiempo, los apasionados de la “artesanía tecnológica”, que entonces iniciaban el movimiento Maker, recibieron la placa con entusiasmo, ya que apenas costaba 30 euros, era fácil de manejar y mostraba un carácter muy versátil, características que han seguido vigentes hasta la actualidad.
En la actualidad se cuenta, sin embargo, con más tipos de placas. La clásica Arduino Uno presenta las dimensiones de un paquete de tabaco, mientras que Arduino Nano no es más grande que una moneda de dos euros. También se pueden adquirir versiones con un tamaño menor o mayor que ofrecen el hardware adecuado para casi todos los posibles ámbitos de aplicación.
Aunque difieran en tamaño, los diferentes modelos tienen en común lo siguiente: disponen de un microcontrolador y una serie de puertos (analógicos y digitales) de entrada y salida. Con una conexión USB se puede conectar la placa al ordenador e introducir el código fuente del programa, considerado en principio una variante más sencilla de C o C++, que se escribe con el entorno de desarrollo integrado (IDE) de código abierto de Arduino. Otros conectores de salida permiten la conexión de LED, de bombillas, de instrumentos de medida, de motores y de un diverso número de dispositivos que se puede administrar con el controlador.
A menudo se compara Arduino con Raspberry Pi, dado que ambos dispositivos son placas de tamaño reducido que constituyen la base para una gran cantidad de proyectos de electrónica. Pero Arduino es un microcontrolador y Raspberry Pi un ordenador de placa reducida. Para más información sobre las diferencias entre Arduino y Raspberry P puedes acceder al artículo de la Digital Guide.