Mientras que las cookies de sesión solo sirven para facilitar el uso de un sitio web, las cookies persistentes también tienen, en parte, otros fines. Entre otras cosas, observan el comportamiento de navegación de los usuarios y permiten que las empresas comprendan mejor a sus clientes. Por ejemplo, registran exactamente qué productos ha visitado un cliente durante una sesión en concreto. De esta manera, se identifican sus intereses de compra y el marketing digital los retoma a través de anuncios orientados. El uso de cookies persistentes también permite guardar los datos del usuario cuando se cierra el navegador. Gracias a ello, no tendrás que introducirlos nuevamente cuando vuelvas a visitar la página.
La mayoría de las cookies persistentes son cookies de origen. Lo particular de estos pequeños paquetes de archivo es que solo puede leerlos el propio operador del sitio web. Este no solo utiliza la información para sus propias estadísticas, sino también para que la próxima experiencia de compra de un cliente específico sea más grata. Por lo general, almacenar este tipo de cookies no supone ningún problema, a menos que el usuario utilice un ordenador público. Por motivos de seguridad, en este caso deberías responder siempre “No” al iniciar sesión cuando aparezca un cuadro de diálogo ofreciéndote “Guardar la contraseña” o “Guardar los datos de acceso”.
Además de las cookies de origen, también podemos encontrar cookies de terceros. Los defensores de la privacidad consideran a estas cookies algo problemáticas. A menudo, las empresas anunciantes instalan cookies en determinados banners publicitarios y los colocan en otros sitios web. De esta manera, consiguen una visión del comportamiento de navegación de distintos usuarios, lo que facilita que se creen perfiles de usuario más precisos. Esto permite que la publicidad en línea orientada siga al usuario en otros sitios web. Para evitar los anuncios personalizados, muchos usuarios optan por desactivar las cookies en su navegador.
Las más bien inofensivas cookies de sesión también se pueden desactivar desde el navegador para determinadas sesiones. Si las necesitas para una sesión en particular, deberás volver a activarlas. A diferencia de otros tipos de cookies, el uso de las cookies de sesión no siempre es opcional. Si no hubiese datos de sesión individuales, al servidor web le resultaría imposible distinguir a los diferentes usuarios. Esto también explica que haya determinadas áreas o funciones de los sitios web que no se puedan utilizar con las cookies de sesión desactivadas.