En muchas empresas, el email marketing es una herramienta de gran valor para cuidar el contacto con los clientes y otras partes interesadas. Gracias a las posibilidades que hoy día ofrecen los programas más modernos para crear y enviar boletines informativos, con ellos se puede mantener una comunicación a un nivel muy personal, un factor de apoyo a la hora de acolchar, o incluso evitar, el impacto negativo de situaciones adversas. Pero si, en una situación extraordinaria como la pandemia del COVID-19, se pierde la calma, podría perderse la moderación que define a una buena relación comunicativa de la empresa con el exterior y los clientes podrían verse bombardeados con mensajes todos los días.
En cierto sentido, es comprensible que en tiempos difíciles se incremente el número de mensajes que envían las empresas. Muchas han de informar con agilidad de eventos cancelados, problemas en las entregas y la reducción de algunos servicios. La cara negativa, y muy contraproducente en tiempos de crisis, es, sin embargo, que abusar del envío de boletines pone en peligro el concepto de comunicación en sí de la empresa hacia el exterior. Cuando se envían correos electrónicos en exceso, su misma entrega puede peligrar, porque muchos se derivan a la carpeta de correo basura y los emisores se incluyen, así, en las listas negras.
En una crisis sanitaria internacional como la provocada por el coronavirus, es más importante que nunca reflexionar sobre la necesidad de la propia campaña y hacerse cargo de la situación, porque quizá hay otras empresas que han de hacer llegar información mucho más relevante a los destinatarios correctos. En definitiva, encontrar la justa medida en la comunicación en situaciones críticas es necesario por varios motivos, entre ellos, para no sobrecargar la red y dejar respirar a los usuarios.