Sea cual sea tu público objetivo, siempre hay una regla de oro, el llamado principio KISS:Keep it short & simple (algo así como “que sea breve y sencillo”). Ni tú ni el cliente tenéis mucho tiempo que perder, por lo que es importante transmitir el mensaje de forma clara y sencilla. Si bien el medio de comunicación, el tipo de cliente y la situación influyen siempre en la longitud del discurso, la regla no deja de ser válida: ve al grano. El vendedor más convincente es el que sabe transmitir las ventajas de su oferta con pocas pero concluyentes palabras. Si el cliente potencial se ve primero inmerso en un largo discurso, perderá pronto el interés, mientras que, si se ha conseguido convencerlo con pocas palabras, quedará tiempo para añadir más información.
Una herramienta que también puede ser muy útil en la captación es el llamado modelo AIDA. Awareness, Interest, Desire andAction (atención, interés, deseo y acción), este es el orden de reacciones que el discurso debería producir en el cliente. Hay que comenzar, pues, con un“gancho” que llame la atención, para luego despertar el interés y el deseo y, finalmente, motivar a la compra. Esta estructura también es entendida fácilmente por el cliente potencial y tiene más probabilidad de éxito que la palabrería interminable.
En la captación de clientes, sin embargo, no hay que limitarse exclusivamente a los datos objetivos, sino apelar también a la parte emocional del consumidor. Tomamos gran parte de nuestras decisiones por instinto, basándonos en la sensación que nos produce el producto, la marca o el vendedor, de manera que no hay que olvidar el gran valor de una buena impresión. La autenticidad y la honestidad son muy importantes: tu oyente solo invertirá su dinero en alguien que inspire confianza.