Para impulsar una estrategia de comunicación exitosa, la comunicación corporativa dispone de varios instrumentos. Si estas herramientas están coordinadas y presentadas con coherencia, la comunicación puede ser muy eficaz. En particular, el diseño corporativo (pilar de la identidad corporativa) y el lenguaje corporativo desempeñan un papel importante.
De acuerdo con el diseño corporativo, toda forma de comunicación dentro de la empresa tiene elementos gráficos comunes. Por ejemplo, debe acordarse una tipografía determinada que se utilizará en todos los documentos. También el logotipo de la empresa se debe incluir en todas las formas de comunicación escrita como, por ejemplo, en las cartas y correos electrónicos, en el membrete y/o en la firma del correo electrónico. El diseño corporativo se sigue igualmente en las presentaciones. Aquí la gama de colores suele estar definida de antemano.
El lenguaje corporativo atañe en particular a la comunicación corporativa: un tono especial, una forma de expresarse con la que la empresa se perfila externa e internamente. El lenguaje utilizado por una empresa debe, por una parte, seguir normas generalmente aceptadas y, por otra, tener un carácter individual y uniforme. Además de la gramática y la ortografía correctas, las normas exigen que nos expresemos de manera comprensible. Esto puede sonar obvio en un principio, pero a los empleados con profesiones técnicas suele resultarles a veces difícil formular determinados hechos de manera comprensible para los legos en la materia.
Las características propias del lenguaje corporativo consisten, en gran medida, en encontrar el equilibrio entre las características distintivas y las convenciones cotidianas. Por regla general, debes utilizar un estilo que sea adecuado a tu público objetivo: si bien puede no suponer un problema, por ejemplo, tutear a los empleados y a los clientes B2C, los inversores pueden sentirse incómodos con un tratamiento tan informal. Lo más importante, sin embargo, es tener en cuenta que la cultura corporativa debe reflejarse en el lenguaje corporativo pues, de la forma en que se expresa algo, se pueden deducir los valores y las normas del emisor.