Cuando el día a día de un negocio requiere utilizar ordenadores, mobiliario de oficina, maquinaria, automóviles o incluso propiedades inmobiliarias, lo normal es que se vayan desgastando por el uso. El deterioro de los bienes puede tener un origen físico, determinado por el paso del tiempo (independiente de su uso); funcional, condicionado por su utilización, o económico, propiciado por la innovación tecnológica o la obsolescencia. Si su utilización supera el año de vida, este desgaste y la pérdida de valor implícita han de quedar representados en la contabilidad como depreciaciones.
Pero hay otros activos que, aunque no pueden “tocarse”, también hacen posible que la empresa genere ingresos. Nos referimos a las licencias, las patentes o el patrimonio intelectual de una sociedad, bienes que, a la vez que participan de su éxito, también se van devaluando con el tiempo. La contribución de estos activos intangibles al patrimonio de la empresa, que condiciona su desgaste, se reconoce por medio de la amortización, equilibrando así la entrada de un ingreso con un gasto en base a la contabilidad de partida doble. A diferencia de los activos tangibles del párrafo anterior, los intangibles no tienen una vida útil definida, de modo que la empresa puede decidir si la vida útil de un intangible es definida y en ese caso, durante cuántos años se debe amortizar un bien intangible o, incluso, si su vida útil es indefinida.
La posibilidad de considerar si un intangible tiene una vida indefinida es una novedad del Plan General Contable para pymes de 2007, aunque la nueva normativa no explica qué factores pueden tenerse en cuenta a la hora de estimar la vida útil de un activo inmaterial. Hay que acudir a lo dispuesto en la normativa internacional (NIC 38), según la cual se estimará una vida útil indefinida cuando no se pueda delimitar hasta cuándo el activo podrá generar ingresos para la sociedad. Con todo, no podrá exceder el periodo del contrato o de los derechos legales en caso de que los hubiera.
Estos son algunos de los factores a considerar para estimar una vida útil indefinida para un activo intangible:
- La utilización esperada por parte de la sociedad
- La influencia de la obsolescencia tecnológica, técnica, comercial, etc.
- La estabilidad de la industria